Un reciente estudio llevado a cabo por un equipo de investigadores estadounidenses ha revelado que los trastornos mentales, como la ansiedad y la depresión, podrían tener un impacto significativo en la producción de coágulos sanguíneos. Publicado en la revista American Journal of Hematology, este trabajo ofrece una nueva perspectiva sobre cómo el estrés asociado a estos trastornos influye en enfermedades cardiacas.
¿Cual es la conexión entre la Depresión y el corazón?
El estudio fue dirigido por Rachel Rosovsky, quien observó durante años una posible conexión entre la ansiedad, la depresión y las enfermedades cardiacas en sus pacientes. Para profundizar en esta hipótesis, Rosovsky y su equipo analizaron datos de más de 119 mil personas, de las cuales más de 106 mil tenían diagnóstico de ansiedad y más de 108 mil presentaban depresión. Algunos participantes, como indicó Rosovsky al portal LiveScience, padecían ambas condiciones simultáneamente.
Los investigadores utilizaron tomografías para observar la actividad cerebral y el uso de energía en dos regiones clave: la amígdala y la corteza prefrontal ventromedial, la amígdala es responsable de la regulación de respuestas emocionales, mientras que la corteza prefrontal ventromedial ayuda a moderar la actividad de la amígdala. Además, se midió la producción de la proteína C, un marcador asociado con la frecuencia cardíaca; Rosovsky subrayó que una mayor variabilidad en esta frecuencia indica una mejor capacidad del cuerpo para manejar el estrés.
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El seguimiento de los pacientes se extendió por más de tres años y reveló que 1.780 personas desarrollaron coágulos sanguíneos, conocidos como trombosis venosa profunda. Los datos mostraron que aquellos con antecedentes de ansiedad tenían un 53 % de riesgo de desarrollar coágulos, mientras que el riesgo fue del 48 % en quienes padecían de depresión. Los pacientes con ambas condiciones mostraron tendencias de riesgo similares.
Cuales son los síntomas que sugieren tener Depresión o Ansiedad
-Mayor producción de glóbulos blancos: Vinculada a la inflamación y la coagulación sanguínea.
-Alto nivel de estrés: Asociado a un mayor riesgo de desarrollar coágulos.
-Actividad cerebral: Observada en regiones específicas que regulan las respuestas emocionales y el estrés.
Expertos en cardiología han identificado varias formas en que estos trastornos emocionales pueden contribuir al desarrollo de enfermedades cardíacas.
Primero, el estrés crónico asociado con la ansiedad y la depresión puede elevar la presión arterial y la frecuencia cardíaca. Este estrés prolongado puede dañar los vasos sanguíneos y predisponer a los individuos a enfermedades cardíacas.
Además, tanto la ansiedad como la depresión están vinculadas a un aumento en los niveles de inflamación en el cuerpo. La inflamación crónica puede dañar el revestimiento de los vasos sanguíneos y fomentar la formación de placas, un factor clave en la arteriosclerosis.
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Los comportamientos poco saludables también juegan un papel importante, las personas que sufren de ansiedad y depresión a menudo adoptan hábitos perjudiciales, como una dieta inadecuada, falta de ejercicio, y el consumo excesivo de alcohol o tabaco, todos ellos factores de riesgo conocidos para problemas cardíacos.
Otro aspecto crítico es el desequilibrio hormonal. La ansiedad y la depresión pueden alterar los niveles de hormonas como el cortisol, lo que impacta negativamente la función cardiovascular y puede aumentar el riesgo de enfermedades cardíacas.
Los problemas de sueño son comunes en quienes padecen de estos trastornos. El insomnio o la mala calidad del sueño pueden elevar la presión arterial y contribuir a problemas cardíacos.
El estudio destaca que los datos utilizados fueron recopilados en el pasado, por lo que se necesita más investigación para determinar si la reducción del estrés puede mitigar el riesgo de desarrollar coágulos.
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Este estudio aporta una mirada novedosa sobre la relación entre los trastornos mentales y la salud física, abriendo el camino a nuevas investigaciones y posibles estrategias de tratamiento.