Colombia enfrenta una verdadera prueba de su resiliencia ambiental y de gestión del recurso hídrico a principios de 2024, con señales claras de que el Fenómeno de El Niño traerá consigo una temporada desafiante. Autoridades y entidades como el Ideam ya están en alerta, dado que las primeras semanas del año han estado marcadas por incendios forestales y un notable déficit de precipitaciones.
Los embates del clima se han sentido a lo largo y ancho del país, desencadenando sequías y elevando las temperaturas a niveles preocupantes. Según proyecciones del Ideam, febrero se presenta como un mes crítico, donde se espera fortalecer las estrategias para mitigar posibles crisis ambientales.
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En este contexto, el Acueducto de Bogotá ha sido explícito en reconocer que la escasez de lluvias perjudica los niveles de los embalses nacionales, críticos para la provisión de agua. Sin embargo, mantienen una postura alentadora, confirmando que, pese a la situación, Bogotá cuenta con reservas de agua suficientes para sortear este fenómeno climático. Desde la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá (EAAB), anuncian ajustes en las operaciones de las plantas de tratamiento para optimizar la administración del agua.
Una de las consecuencias de estas modificaciones puede ser la alteración del color del agua suministrada a los hogares. A pesar de esta variación, que podría tornarse amarillenta, la potabilidad del agua no se ve comprometida. Este cambio en la tonalidad se debe a un incremento en la velocidad del flujo dentro de las tuberías del sistema de acueducto.
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