En las últimas semanas, dos impactantes incidentes de abuso sexual en instituciones educativas de Bosa y Engativá han sacudido el corazón de nuestra comunidad, poniendo en relieve la urgencia de abordar esta problemática con sensibilidad y determinación. Las víctimas, dos menores de edad, han vivido experiencias traumáticas a manos de compañeros de estudio, desencadenando una serie de acciones por parte de las autoridades educativas y de protección infantil.
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En Bosa, una madre angustiada descubrió que su hija había sido abusada sexualmente. Esta alarmante revelación surgió tras observar comportamientos inusuales en su hija, lo que la llevó a actuar de manera inmediata, buscando confirmación y apoyo en un servicio de urgencias. La denuncia planteada por la madre destaca que el abuso fue perpetrado por un compañero de tan solo 7 años de edad, quien además había sometido a la niña a bullying y agresiones previas.
Paralelamente, en Engativá, una situación igualmente perturbadora salió a la luz cuando se reportó el abuso sexual de un niño de 5 años por parte de un adolescente de 14 años, también estudiantes de la misma institución educativa. Este hecho no solo implicó abuso sexual sino también físico, llevando al menor a requerir atención especializada para su recuperación. La respuesta insatisfactoria del colegio ante la denuncia de la madre de la víctima ha generado controversia y protestas por parte de padres y estudiantes, demandando justicia y medidas preventivas eficaces.
Ante estos casos, las respectivas autoridades educativas y de protección a la infancia han tomado cartas en el asunto. Se ha informado que la Secretaría de Educación, en conjunto con las instituciones involucradas y el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), se están coordinando esfuerzos para brindar el apoyo necesario a las víctimas y sus familias. Esto incluye asistencia psicológica, seguimiento de la situación y, crucialmente, la implementación de medidas que aseguren un ambiente seguro y protector para todos los estudiantes.
Estos eventos han puesto de manifiesto la importancia de la vigilancia y el diálogo continuo entre padres, estudiantes y personal educativo para prevenir situaciones de abuso. Además, resaltan la necesidad de contar con sistemas de alerta temprana y protocolos de intervención eficaces para actuar de manera rápida y efectiva cuando se presentan este tipo de incidentes.
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