La historia del centro penitenciario La Modelo, uno de los más conocidos de Bogotá, ha tomado un giro sombrío con las recientes revelaciones hechas ante la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) por su exdirector, William Gacharná Castro. Tras ser aceptado por la JEP en diciembre de 2023, Gacharná ha descorrido el velo de secretismo que envolvía los años que van desde 1999 hasta 2003, una época marcada por una oleada de actividades ilícitas dentro de los muros de la cárcel.
Crímenes como homicidios, secuestros y extorsiones teñían de sangre y miedo las celdas y pasillos de La Modelo, actividades que aparentemente contaban con la aquiescencia o la pasividad de quienes debían impedirlas. Gacharná, quien ocupó altos cargos en la institución durante los periodos más turbulentos, admitió su conocimiento de estos delitos, pero reconoció que no actuó al respecto.
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En una confesión que ha estremecido los cimientos de la justicia colombiana, el exdirector indicó la posible existencia de fosas comunes dentro del recinto carcelario. Algunas siguen sin ser descubiertas, ocultando los restos de quienes fueron desaparecidos y desmembrados, un testimonio que revela la magnitud del control y autonomía que tenían los paramilitares en la cárcel.
Las declaraciones de Gacharná exponen que los túneles —originalmente concebidos como rutas de escape para los reclusos— eventualmente se transformaron en tumbas clandestinas. La crueldad alcanzó tal punto que existen testimonios de cuerpos disueltos en ácido clorhídrico o descompuestos en las propias cocinas del penal, contribuyendo a un paisaje de horror apenas imaginable.
La lista de presos era otro punto crítico, su inexactitud u obsolescencia eran tales que, en ocasiones, los funcionarios tenían que realizar búsquedas manuales de los reclusos, algunos de los cuales nunca llegaban a sus citas judiciales por haber sido asesinados, desaparecidos o fugados.
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