La tradición gastronómica de Santander enfrenta una dura prueba: el bocadillo, símbolo dulce de la región, lucha por su supervivencia ante la sequía provocada por el fenómeno de El Niño. Vélez, cuna de este típico manjar, ahora ve en peligro más de 500 puestos de trabajo debido a la falta de agua potable, indispensable en la producción del bocadillo.
Alcalde Orlando Ariza Ariza ha manifestado su preocupación, destacando el impacto en la economía local y la amenaza sobre empleos formales y permanentes. Esta crisis se da en plena gloria del bocadillo, que había alcanzado reconocimiento a nivel nacional por un hito en 2019: la creación del bocadillo más grande de Colombia, un logro colectivo de más de 50 empleados de la industria.
En el campo de prioridades, el municipio se enfrenta a decisiones difíciles. Instituciones esenciales como el hospital local, la prisión, el asilo de ancianos y la escuela de carabineros reclaman el recurso hídrico con urgencia. Se han tomado medidas para asegurar su abastecimiento, mientras que las fábricas de bocadillo y demás usuarios reciben agua cada 10 días.
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Mientras tanto, el municipio se esfuerza por sustentar la demanda a través de carrotanques proporcionados por los bomberos y está implementando estrategias de racionamiento para prevenir desperdicios. Normas como la prohibición de lavar vehículos y aceras, y la promoción de prácticas de consumo responsable de agua, se han instaurado para evitar riesgos adicionales de incendios.
Precisamente, los incendios forestales se suman a las preocupaciones, con 30 registrados entre noviembre y enero, afectando a 11 municipios y devastando la biodiversidad de zonas como el páramo de Berlín. A pesar de los esfuerzos por contener las llamas, las condiciones climáticas han dificultado las tareas de los organismos de socorro.
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