En lo que antes fue el dominio de un famoso narcotraficante, hoy germina una nueva esperanza para los campesinos de Cachenche, una vereda situada en el corazón de Turbana, Bolívar. La Sociedad de Activos Especiales (SAE) ha concluido un proceso de cuatro años al otorgar a numerosas familias la administración de un predio que una vez perteneció a Pablo Escobar Gaviria.
El terreno de 175 hectáreas, que se había considerado para proyectos industriales, ahora se erige como bastión de la producción agroalimentaria. Daniel Rojas, presidente de la SAE, resalta el cambio de paradigma: la tierra que una vez cayó bajo la sombra del delito hoy nutre a la comunidad y sus derechos de cultivo.
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La entrega del predio a 300 familias tras una lucha jurídica y social demuestra la resiliencia de los habitantes de Cachenche. El pasado marcado por intentos de desalojo ya es historia, y los agricultores como Enaldo Tovar, al frente de la Asociación Montes de Dios, miran al futuro con optimismo y determinación.
La comunidad agraria ve en estas tierras un horizonte prometedor para la sostenibilidad y el bienestar de la región. Floris Solórzano, habitante del sector, enfatiza la importancia del campo como fuente de vida y sustento, una visión que se refuerza con cada semilla plantada en Cachenche.
La finca, rica en cultivos de yuca, ñame, maíz, plátano y berenjena, no solo alimenta a las familias locales sino que contribuye al mercado campesino, fortaleciendo la economía regional. En sus tierras reverdece la promesa de prosperidad y la lucha por la seguridad alimentaria, un mensaje que Héctor Pérez, abogado y veedor ciudadano, transmite como inspiración para comunidades en todo el país.
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