Recorriendo las carreteras de Boyacá o Tolima, no es raro encontrarse con letreros que hablan de aguas termales, desde piscinas naturales que son centros de esparcimiento familiar hasta pozos donde el agua brota burbujeante. Estos sitios, con variadas temperaturas que alcanzan incluso los 100 °C, son vestigios de un fenómeno iniciado hace 4.500 millones de años: la Tierra en su formación y sus profundos procesos geológicos. Las fricciones subterráneas y las monstruosas temperaturas de más de 5.000 °C cerca del núcleo terrestre, se atenúan al aproximarse a la superficie, posibilitando la creación de estas fuentes termales y, lo que es más fascinante, la posibilidad de aprovechar este calor para generar energía con escaso impacto ambiental. La geotermia es el término que define este potencial energético, y Colombia está alistándose para transformar este recurso en una real sustitución eléctrica.
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En una acción sin precedentes, el 27 de diciembre, el Ministerio de Minas y Energía le extendió el primer permiso para la explotación geotérmica a Parex Resources en Casanare. Adicionalmente, la Central Hidroeléctrica de Caldas (CHEC) planea utilizar este tipo de energía para suministrar electricidad a cerca de 900.000 personas, ideando la perforación de dos pozos exploratorios alrededor de Manizales.
Este interés en la geotermia no es un fenómeno moderno en Colombia. Desde la década de 1970, la nación andina ha dado pasos hacia el aprovechamiento de esta energía alternativa a través de estudios geofísicos y geoquímicos, una especie de “radiografía” del suelo. Un interés especial fue depositado en la región andina que abarca Tolima, Caldas, Risaralda y Quindío, en particular en sus complejos volcánicos como el Cerro Bravo, el Cerro Machín, el Nevado del Tolima y el Nevado del Ruiz. Julián López, geólogo y vicepresidente de la Asociación Colombiana de Geotermia, remarca que los primeros análisis revelaron un potencial significativo en la región para la generación de energía geotérmica.
Aunque la tragedia de Armero en 1985, causada por la erupción del volcán Nevado del Ruiz, desplazó temporalmente los esfuerzos hacia la creación del Observatorio Vulcanológico y Sismológico de Manizales, la visión de una Colombia energizada por sus volcanes no se ha apagado del todo y busca consolidarse en la actualidad.
Además, otros proyectos buscan aprovechar la geotermia para calefacción doméstica o procesos industriales en zonas con temperaturas más moderadas, conocidas como de baja y media entalpía, que van de los 30 °C a los 150 °C.
El Servicio Geológico Colombiano ha estimado que la geotermia tiene la capacidad de producir cerca de 1.200 megavatios (MW) de electricidad en el país, equivalente a lo generado por la megaobra Hidroituango. A nivel mundial, más de 20 países ya están utilizando esta fuente de energía con una capacidad instalada de 16.000 MW, capaz de cubrir más del 80 % del consumo eléctrico de una nación con las necesidades energéticas de Colombia.
Aunque la exploración y utilización de la energía geotérmica en Colombia todavía está en sus etapas iniciales, el potencial para contribuir significativamente al mix energético del país es indiscutible, y podría representar un avance significativo hacia un futuro más sostenible y autónomo en términos energéticos.
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