La Corporación Autónoma Regional (CAR) de Cundinamarca ha lanzado una nueva señal de alarma respecto al continuo descenso en los niveles de agua de los embalses que suplen a Bogotá y su área metropolitana. Según el último informe de la entidad, el emblemático Sistema Chingaza registró apenas un 46,95% de su capacidad total, mientras que el embalse de Chuza está en una situación aún más crítica con un preocupante 38,47%.
- Le puede interesar: Justicia Transicional: Compromiso con las Víctimas de Cundinamarca
Por otro lado, aunque el embalse de San Rafael muestra un porcentaje más alentador con un 74,55%, este también sigue una tendencia de reducción. Los embalses del Agregado Norte, con un 54,30%, y el embalse de Tominé, que se encuentra al 48,17%, completan un panorama que requiere acción y concienciación por parte de los ciudadanos y las autoridades locales.
La CAR ha manifestado inquietud ante el regreso masivo de la población a Bogotá tras las vacaciones de fin de año, anticipando un incremento en la demanda de agua. Ante esta situación, la entidad urge a los habitantes y empresas a adoptar prácticas de ahorro que puedan mitigar el riesgo de una escasez de agua en la región.
Con vistas a enfrentar una potencial prolongada temporada de sequía, la CAR está considerando diferentes opciones para asegurar el suministro de agua. Una de las estrategias en evaluación es la utilización de aguas subterráneas en la Sabana de Bogotá, medida que se activaría en caso de que los niveles de los embalses desciendan a límites peligrosamente bajos.
Como parte de sus recomendaciones, la CAR ha destacado acciones puntuales que los ciudadanos pueden realizar para reducir el consumo y desperdicio de agua. Entre ellas se incluyen:
- Reparación de fugas en tuberías y grifos.
- Utilización de electrodomésticos, como lavadoras y lavavajillas, con cargas completas.
- Reducción del tiempo en la ducha y cierre del grifo al cepillarse los dientes o lavar platos.
La disminución en los niveles de agua de los embalses está directamente relacionada con la baja en las precipitaciones, atribuida a fenómenos climáticos globales como El Niño, que afectan el reabastecimiento de las reservas hídricas.
