La Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca (CAR) ha realizado un exhaustivo estudio de aproximadamente 160 kilómetros del río Bogotá. Esta operación, llevada a cabo al cierre de 2024, se centró en la recolección de datos geográficos y el mapeo de las cuencas alta, media y baja del río mediante la utilización de drones de última generación.
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La adquisición de tres nuevos drones de ala fija, conocidos como vehículos aéreos no tripulados (UAV), el año anterior, ha permitido a la CAR ampliar significativamente sus capacidades de monitoreo. Estos equipos avanzados ofrecen un cubrimiento más extenso en menos tiempo, incrementando la eficiencia en la generación de cartografía y el registro de datos imprescindibles para la planificación ambiental.
Según Alfred Ignacio Ballesteros, director general de la CAR, la información recopilada durante la temporada seca es crucial para prever escenarios durante las lluvias de 2025. Los drones permiten detectar áreas con caudales significativos, posibles zonas de inundación, y evaluar el estado de los taludes del río, aspectos esenciales para la planificación de medidas de mitigación.
Equipados con tecnología de punta, estos drones incorporan sensores multiespectrales LIDAR y RGB, capaces de capturar datos geográficos detallados y en tiempo real. Esta tecnología permite realizar levantamientos topográficos precisos mediante la adquisición de fotografías y videos desde múltiples ángulos, cada uno acompañado de sus coordenadas exactas.
Los sobrevuelos, estratégicamente planificados, cubrieron cinco tramos clave del río Bogotá:
- De Tocancipá a Zipaquirá.
- De Chía a Bogotá, hasta la Calle 80.
- De Bogotá por la Calle 13, llegando hasta las compuertas de Alicachín en Soacha.
- Desde el puente vehicular de San Antonio del Tequendama hasta el puente en el municipio de El Colegio.
- Desde el puente de Tocaima hasta la desembocadura del río en Girardot.
Este enfoque renovado en el monitoreo del río Bogotá subraya los esfuerzos de la CAR por proteger el vital recurso hídrico y asegurar la seguridad de los residentes en la región. Las acciones emprendidas no solo refuerzan el compromiso ambiental, sino que también optimizan la capacidad de respuesta ante fenómenos naturales, garantizando la conservación y gestión efectiva del entorno hidrográfico.
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