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Cerros de Bogotá: De la Criminalidad a la Cultura y el Deporte

por: Julian Glevez

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El proyecto que busca transformar los cerros de Bogotá, especialmente aquellos en Ciudad Bolívar, ha tomado un giro trascendental en su objetivo de desestigmatizar estas zonas históricamente asociadas con la delincuencia. Un conjunto de ciudadanos, con el apoyo de diferentes colectivos y la Policía de Turismo, se ha propuesto convertir estos espacios en epicentros culturales y deportivos. Así, buscan atraer tanto a turistas locales como a extranjeros, siguiendo el ejemplo de la Comuna 13 de Medellín.

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Liderado por miembros de la comunidad y antiguos delincuentes reinsertados, el proyecto abarca nueve cerros de la ciudad. Estos cerros son particularmente reconocidos por sus antecedentes de alta criminalidad, lo que ha fomentado una imagen de peligrosidad e intransitabilidad. No obstante, los promotores del cambio afirman que estas percepciones están lejos de reflejar la realidad actual y que estos lugares tienen un inmenso potencial por explotar.

Cerros en Bogotá
Cerros en Bogotá

Barrios como Mirador del Paraíso, en Ciudad Bolívar, están siendo revitalizados mediante una colaboración activa entre residentes y la Policía de Turismo. El objetivo principal es cambiar la percepción colectiva que asocia a estos habitantes con la criminalidad. En palabras de los propios residentes, se trata de una lucha por mostrar que ellos también pueden ser agentes de cambio y desarrollo en sus comunidades.

Jhon Jairo Quevedo Reyes, un hombre de 49 años que ha superado un pasado marcado por la drogadicción y la cárcel, es uno de los líderes de esta iniciativa. Su historia de superación personal a través del arte y la cultura es un reflejo de muchos otros habitantes de las áreas en recuperación. Estos espacios, que la Policía de Turismo está transformando, se están convirtiendo en centros de actividad turística, cultural, gastronómica y recreativa.

El recorrido hacia el mirador El Paraíso, el punto más alto de Ciudad Bolívar, es un viaje que separa a la estación de TransMilenio del Tunal del destino final en unos 30 minutos en carro. El camino, una empinada y sinuosa trayectoria bordeada por casas coloridas y ventas de barrio, deja atrás la imagen tradicional de Bogotá, adentrándose en un área que aún lucha contra condiciones climáticas adversas y desafíos sociales.

El TransMicable, una infraestructura que ha conectado Ciudad Bolívar con la parte baja de Bogotá durante casi una década, es señalado por los habitantes como un punto de inflexión en las oportunidades de la localidad. Este sistema de transporte aéreo es visto como una bendición que ha mejorado significativamente las condiciones de vida en la zona.

La iniciativa no solo se limita a la recuperación física de los espacios. Exdelincuentes y antiguos habitantes de la calle, ahora líderes comunitarios, han fundado una agencia de turismo, Originales Travel, que promueve el turismo comunitario. El objetivo es mostrar una nueva cara de sus barrios y transformar la percepción pública.

El mirador El Paraíso, ahora conocido como parque Illimaní, es un malecón de 305 metros que ofrece una vista panorámica de Bogotá. Este espacio no solo es un punto de atracción turística, sino que también cuenta la historia de la lucha y la transformación de Ciudad Bolívar. Jhon Jairo, quien llegó a esta localidad hace 25 años buscando oportunidades, ha dedicado su vida a trabajar por los jóvenes y los niños, con el fin de prevenir que sigan su antiguo camino.

Jhon Jairo, quien se adentró en el mundo de las drogas a los 8 años y vivió en las calles durante 15, relata sus experiencias personales como un medio para inspirar a otros. A través del parque Illimaní, se ha creado un espacio que fomenta el deporte y la cultura, alejando a los jóvenes de la delincuencia. Sus logros no se limitan a este parque, ya que cofundó el barrio Maravillas de Dios, una "ciudad autoconstruida" donde residen muchos de sus compañeros de vida.

Este proceso de transformación ha sido un camino largo y arduo. Jhon Jairo, quien ha construido una nueva vida, dice que “nunca pensé salir de las drogas y hoy puedo decir que soy fabricante de vida y de oportunidades”. Su primer paso hacia el cambio fue durante su detención a los 15 años, donde participó en la construcción de la escuela de trabajo en el centro de reclusión El Redentor. Esta experiencia marcó un punto de inflexión en su vida.

La comunidad infantil Maravillas de Dios, liderada por Jhon Jairo, ofrece programas de arte, teatro, cine y manualidades para los niños, con el fin de brindarles oportunidades que él mismo no tuvo. “Estas manos que un día armaron una pipa de bazuco, hoy trabajan para hacer manualidades y ayudar a que los niños se sientan mejor”,

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