Alias “Jairo” fue cobijado con medida de aseguramiento en centro penitenciario de Fusagasugá. Por meses, Sijín y Fiscalía Cundinamarca le siguieron los pasos hasta lograr pruebas que garantizaran su permanencia tras las rejas.
Las pesquisas comenzaron una vez la Policía tuvo información sobre los movimientos inusuales del hombre. Algunos ciudadanos del sur de Fusagasugá lo miraban como sospechoso en la comercialización de alucinógenos.
Suministraron algunos datos de los sitios que solía frecuentar, y sus encuentros con personas a quien reconocían como posibles compradores.
Generalmente acudía a sitios públicos y centros de diversión. Otras veces hacía sus entregar en plena vía pública. Así se mantuvo por varios meses hasta cuando, de un momento a otro, decidió cambiar su estrategia.
Trabajo investigativo
Entonces decidió modificar su sistema de venta. Optó por las entregas “puerta a puerta”, es decir a domicilio. Esa circunstancia fue detectada por las unidades de la Sijín y la Fiscalía.
Los uniformados, ante esa eventualidad, decidieron ajustar sus sistemas investigativos, un trabajo para el cual utilizaban sofisticados equipos electrónicos. Esos aparatos resultaron claves a la hora de acopiar pruebas.
Las interceptaciones telefónicas y los seguimientos a través de cámaras de video fueron determinantes. Todas esas tareas les permitió conocer, en detalle, los movimientos de “Jairo”. Sabían su rutina y el tipo de llamadas que recibía.
Cambio de tareas investigativas
Incluso pudieron merodear con anticipación el sitio de las entregas. Ese elemento facilitó la ubicación de equipos electrónicos y, en consecuencia, la recolección de pruebas.
Ya con el suficiente material para garantizar su encarcelamiento, Sijín y Fiscalía planearon el allanamiento. Lo sorprendieron cuando el indiciado solía descansar.
El procedimiento se cumplió en una casa del barrio Las Delicias, al sur de Fusagasugá. En el sitio, que además de residencia servía de lugar de almacenamiento de los estupefacientes, las autoridades encontraron más pruebas.
Hallaron “cerca de 60 gramos de clorhidrato de cocaina dosificadas en 10 envolturas herméticas ziploc: 1 gramera y 1 celular”. Todos esos elementos fortalecieron las pruebas en contra de “Jairo”.
El hombre fue acusado de tráfico, fabricación o porte de estupefacientes.