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El futuro energético de Bogotá y Cundinamarca en la cuerda floja

por: Sala de Redacción

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La expansión y modernización de la infraestructura eléctrica en Bogotá y Cundinamarca se encuentra en una encrucijada debido a los retrasos en la construcción de tres líneas de transmisión cruciales. Estos proyectos, que llevan años de demora, están generando incertidumbre en el sector energético y poniendo en riesgo el suministro eléctrico para futuros desarrollos urbanos e industriales en la región.

La situación actual ha llevado a que empresas como Enel Colombia se vean obligadas a advertir a sus clientes sobre la incertidumbre en el suministro de energía. José Antonio Vargas, presidente de la junta directiva de Enel Colombia, ha expresado su preocupación por la falta de garantías para nuevas conexiones, lo que está afectando directamente a proyectos de urbanización, industriales y comerciales en la zona.

Los tres proyectos de transmisión en cuestión son:

1. La Virginia-Nueva Esperanza: Adjudicada en 2016 a la empresa Alupar, recientemente obtuvo su licencia ambiental para iniciar la construcción.

2. Chivor II-Norte: Adjudicada al Grupo Energía Bogotá (GEB) en 2013.

3. Sogamoso: También adjudicada al GEB en 2014.

Estos dos últimos proyectos, a cargo del GEB, han enfrentado diversos obstáculos que han retrasado su finalización. Aunque cuentan con licencias ambientales parciales que permiten la construcción de aproximadamente la mitad de las 800 torres necesarias, el resto del proyecto se encuentra paralizado a la espera de trámites administrativos, incluyendo la sustracción de reserva a cargo del Ministerio de Ambiente.

El impacto de estos retrasos se refleja en cifras alarmantes:

- Aproximadamente 37,000 nuevas viviendas, centros comerciales, data centers y centros logísticos en la sabana norte de Bogotá no tienen garantizada su conexión a la red eléctrica.

- Más de 140 megavatios de proyectos están completamente suspendidos.

- Varios municipios de Cundinamarca, como Sesquilé, Ubaté y Simijaca, podrían enfrentar cortes de energía a partir de 2025 en caso de fallas en la red eléctrica regional.

Las consecuencias de estos retrasos van más allá del suministro eléctrico inmediato. El desarrollo económico de la región, la generación de empleo y la recaudación de impuestos también se ven amenazados. Muchos inversionistas han optado por trasladar sus proyectos a otras zonas, alejándose de la sabana de Bogotá debido a la incertidumbre en el suministro energético.

Además, proyectos de infraestructura críticos como el Metro de Bogotá y el Regiotram de Occidente podrían verse afectados por la limitada capacidad de la ciudad para satisfacer la creciente demanda de energía eléctrica en los próximos años.

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Para mitigar los posibles racionamientos de energía en Cundinamarca, se están implementando medidas temporales como el aumento de la generación en la planta térmica de Termozipa, ubicada en Tocancipá. Sin embargo, esta solución conlleva desventajas significativas:

- Mayor costo de producción de energía.

- Aumento en los costos anuales de restricciones.

- Incremento de emisiones contaminantes, con un promedio mensual de 90,000 toneladas de CO2.

Enel Colombia ha estado realizando reconfiguraciones de red y repotenciaciones de circuitos como medidas paliativas. No obstante, estas acciones son consideradas insuficientes frente a la necesidad urgente de poner en operación las tres líneas de transmisión mencionadas.

La finalización de estos proyectos no solo aseguraría el suministro eléctrico para la región, sino que también permitiría la integración de energías renovables, como la solar y eólica generada en La Guajira, al sistema eléctrico de Bogotá y Cundinamarca.

El GEB ha hecho un llamado al Gobierno Nacional para agilizar la concesión de permisos y licencias ambientales faltantes. Según Jaime Orjuela, director de regulación del GEB, una vez se viabilice la construcción, los dos proyectos a cargo de la compañía podrían estar operativos antes de diciembre de 2026.

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