Los recientes incendios forestales en la zona rural de Soacha, Cundinamarca, han dejado una marca visible en el ecosistema local, afectando significativamente la flora y fauna. La Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca (CAR) llevó a cabo un riguroso monitoreo utilizando drones de alta precisión y visitas terrestres para evaluar el impacto ambiental.
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En el recorrido, los técnicos de la CAR detectaron daño sustancial en frailejones que superan el metro de altura. Además, se percibió una notable migración de avifauna, evidenciando el estrés y desalojo de especies como el mosqueral rojo, que es común en la región. Las observaciones incluyeron incluso plumajes incinerados, lo que confirma la intensidad de las llamas.
La ingeniera Pilar Rengifo, miembro del equipo, destacó la gravedad de la situación al reportar que "las llamas arrasaron con avifauna y también evidenciamos frailejones quemados de más de un metro de altura". El incendio no solo afectó a las aves, sino también a insectos característicos de estos ecosistemas altoandinos, como abejas y mariposas, que probablemente quedaron severamente impactados.
A lo largo del año, el Cuerpo Oficial de Bomberos ha registrado múltiples incendios en la región. Específicamente:
- Tres incendios han afectado áreas mayores a diez hectáreas.
- Trece incendios han cubierto entre una y tres hectáreas.
La CAR aprovechó la ocasión para reiterar la prohibición de actividades de ganadería y agricultura en zonas de conservación, subrayando la importancia de denunciar prácticas peligrosas. Entre ellas:
1. Descargue de basuras.
2. Quemas.
3. Uso de cualquier material combustible.
El monitoreo de la CAR subraya la necesidad de proteger nuestros recursos naturales, mostrando los efectos devastadores que un incendio puede tener en la biodiversidad local. La comunidad es instada a ser vigilante y denunciar cualquier actividad que ponga en riesgo el entorno natural, un llamado crítico para evitar futuras tragedias ambientales.
El informe de la CAR no solo ofrece una evaluación detallada de los daños, sino que también actúa como un recordatorio de la fragilidad de nuestros ecosistemas y la responsabilidad compartida de mantenerlos. Con una conciencia ambiental fortalecida y una vigilancia comunitaria activa, es posible mitigar eventos similares en el futuro.
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