La Policía Cundinamarca en Girardot, y por microtráfico, logró poner tras las rejas a uno de los grupos más activos del hampa a orillas del Magdalena.
Alcanzaban utilidades cercanas a los $140 millones mensuales solo la venta de estupefacientes, actividad que se concentraba en muy buena parte de Girardot, y poblaciones vecinas.
En total fueron puestos tras las rejas 14 sospechosos, entre ellos 4 menores de edad, quienes eran manejados desde la cárcel por alias “Carolina Arias”. Ella, a su vez, recibía órdenes de “Chilanga”.
Alias “Chilanga”, o “Chilinga”, como lo conocen en algunos círculos del bajo mundo, se encuentra recluido en la cárcel La Esperanza de Guaduas, Cundinamarca. Paga condena por homicidio, lesiones personales, hurto y otros delitos de importante gravedad.
Su organización criminal, “Los del Valle”, se dedicaban a otras actividades anexas las cuales son materia de investigación por el mismo grupo de inteligencia de la Policía que los puso a buen recaudo.
Investigaciones por microtráfico en Girardot
Sobre la banda tuvieron información las autoridades mediante comunicación telefónica de las comunidades. Alertaron sobre la presencia inusual de lagunas personas, varias de ellos menores de edad, de quienes, sospechaban, distribuían narcótico.
A partir de entonces, la Policía emprendió tareas de observación y seguimiento. Poco a poco fueron detectando que, en realidad, las denuncias podrían tener sustento.
Con esos primeros datos planearon ahondar las pesquisas para lo cual asignaron un grupo especializado en temas relacionados con el microtráfico.
Mediante esas tareas pudieron ubicar más integrantes de la banda. Se dieron cuenta que era un grupo que mantenía una estructura de particulares proporciones.
Días después, varios de los sospechosos fueron vistos en otros barrios de Girardot. El comportamiento y patrón de sus movimientos eran iguales a los vistos durante los primeros pasos investigativos.
La Policía confirmó que se trataba de una operación de particulares proporciones. Identificados los primeros individuos, se dieron a la tarea de consultar sus archivos fotográficos y de antecedentes de sospechosos.
En la medida que iban agregando más nombres verificaron que esas actividades solo podían sostenerse mediante una organización bien estructurada.
Trabajos especiales de inteligencia
Paso seguido, los uniformados determinaron infiltrarlos y utilizar toda clase de tecnología para llegar al fondo de la banda y la actividad delictiva.
Así, identificaron a cada uno de los componentes de la bandola. Comprobaron que de la organización hacían parte un número superior a 10 personas.
Todos ellos fueron plenamente identificados. Sobre sus compromisos delictivos, igual, alcanzaron pruebas suficientes para judicializarlos y sacarlos de las calles. Así sucedió semanas después mediante la operación “Soter”.
Seleccionaron una agente especial cuya misión era llegar al corazón de la banda. Ella logró comprobar que, en Girardot, la bandola era manejada por alias “Carolina Arias” y que, a su vez, esta mujer seguía instrucciones de “Chilanga”.
Con todas esas pruebas sólidas, producto de 10 meses de investigación, comprobaron que se trataba de “Los del Valle”.
Son acusados de concierto para delinquir; tráfico, fabricación o porte de estupefacientes. También por la utilización de menores de edad en la comisión de delitos, y fabricación, tráfico, porte o tenencia de armas de fuego, accesorios y partes o municiones.
Las cuentas de las autoridades advierten que “Los del Valle” obtenías ganancias cercanas a los $140 millones mensulaes. En el mercado colocaban unas 2.500 dosis de alucinógenos.
Sus actividades las habían concentrado en los barrios Corazón de Cundinamarca, Kennedy, Valle del Sol y Portachuelo. Los uniformados investigan la posible presencia de la banda en otras zonas de Girardot y poblaciones vecinas. Todo indica que hacen falta más personas por capturar.
