La creciente ola de incendios forestales desatada a lo largo y ancho de Colombia se ha convertido en una crisis ambiental de magnitud nacional, agudizada por las elevadas temperaturas registradas en el comienzo del año. A medida que se enfrenta a este calentamiento sin precedentes, Colombia se encuentra en alerta máxima, mientras se avizora una esperanzadora temporada de lluvias que podría aportar alivio a la situación crítica.
Hasta la fecha, los datos oficiales reportan 360 incendios forestales que han devastado 7,401 hectáreas, tocando de cerca a 189 municipios. Solo en enero, se han contabilizado 278 incidentes, donde 20 siguen activos, 12 ya controlados y 245 han sido completamente extinguidos.
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El IDEAM, que es la autoridad colombiana en hidrología, meteorología y estudios ambientales, pronostica el retorno de las lluvias, un fenómeno que se espera combata los siniestros que azotan estas regiones críticas. No obstante, la directora de la entidad, Ghisliane Echeverry Prieto, ha advertido sobre la extensión del fenómeno de El Niño hasta marzo, lo que podría retrasar el alivio integral.
A finales de enero, se anticipan precipitaciones de escasa intensidad en regiones como el Pacífico colombiano y el norte del Tolima, brindando un respiro parcial. Además, se proyecta que entre abril y junio de este año, el clima podría estabilizarse en todo Colombia, un indicio prometedor para la recuperación de la normalidad climática.
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