Antes de que la ciudad de Bogotá despierte completamente, María Paula Briceño ya está en movimiento, emprendiendo su jornada en la búsqueda del mejor pescado para sus clientes. Desde la madrugada, se dirige a la plaza de abastos, el corazón de la distribución de alimentos de la capital, donde con su agudo ojo y años de experiencia, selecciona cuidadosamente el pescado que espera ofrecer ese día en su local. Este local se encuentra situado en la Plaza de Quirigua en Engativá, un espacio fundado en 1972, que alberga a 215 comerciantes y se extiende por 3.842m^2, ofreciendo desde frutas y verduras hasta cárnicos y cafeterías.
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Entre las especies más demandadas y que María Paula procura tener en stock, se encuentran la mojarra, el bocachico, la cachama, la tilapia, el nicuro, la trucha, el bagre y la cuchas. Estas seleccionadas especies, aunque muchas provienen de criaderos, también llegan desde lugares emblemáticos de Colombia como son el río Magdalena y el Amazonas. A pesar de las imprecisiones de detalles específicos sobre el origen de estos peces, lo que María Paula garantiza con seguridad a sus clientes es la frescura y calidad del pescado, demostrando su conocimiento y experiencia en el negocio.
Colombia, especialmente durante la Semana Santa, ve aumentar significativamente el consumo de pescado, lo que pone de manifiesto la importancia de acudir a comerciantes de confianza. Las autoridades resaltan la necesidad de prestar especial atención al color y olor del pescado para asegurar su frescura, recomendaciones que cobran más importancia en tiempos donde el cambio climático, como el Fenómeno del Niño, impacta la disponibilidad y precios de esta proteína.
La fundación Marviva realizó un estudio revelador sobre la transparencia en el etiquetado de productos pesqueros en Bogotá. Analizando 114 muestras de 22 establecimientos, descubrieron que en muchos casos el nombre del pescado no coincidía con su genética, una práctica conocida como 'lavado de pescado'. Solo el 17% de las etiquetas revisadas cumplía totalmente con los requisitos exigidos por la resolución 5109 de 2005 del Invima, lo que subraya la urgencia de mayor regulación y control.
El estudio de Marviva demuestra que, a pesar de que hay un cumplimiento total en el nombre del alimento y la información del fabricante, las brechas significativas en otros aspectos como el registro sanitario (solo 19%) plantean serias preguntas sobre la garantía de los productos pesqueros que llegan a los consumidores.
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