La agricultura, columna vertebral de la economía alimentaria, se ha visto impactada por la volatilidad de los insumos esenciales, en especial los fertilizantes. El año 2022 presentó un panorama desafiante, con un incremento sin precedentes en los precios de estos productos, consecuencia de una compleja interacción de factores a escala mundial que presionaron tanto la oferta como la demanda. A pesar de esto, las empresas abastecedoras han mantenido la estabilidad en el mercado local, jugando un papel clave en la garantía de seguridad alimentaria.
El alza en precios de la urea, utilizada intensivamente en el sector agrícola, es un caso ilustrativo de esta situación. La guerra en Ucrania y el consecuente corte de suministro de gas natural a Europa impactaron directamente en su producción, lo que se reflejó en un incremento abrupto de costos y en la suspensión de operaciones de muchas plantas. Este episodio subraya la interconectividad global y el efecto dominó de los conflictos geopolíticos en industrias primarias como la agricultura.
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No obstante, el retorno del suministro de gas propició una disminución notable en los precios de las materias primas. En particular, la urea ha visto reducir su precio en un 32,2% durante 2023, y un 55,3% desde su pico más alto el año anterior, mostrando una recuperación significativa en su valor de mercado.
En Colombia, un país de importancia clave en la agricultura de América Latina, se registra un descenso notable en el índice de precios de los fertilizantes. Según datos proporcionados por la Unidad de Planificación Rural Agropecuaria (Upra), estos precios han caído un 39,1% desde junio de 2022 hasta septiembre de 2023, situándose en niveles similares a los de antes de que el conflicto geopolítico desatara la crisis. Esta disminución implica un alivio significativo para los agricultores colombianos y un avance hacia la normalización del mercado.
Es importante considerar que existe un desfase entre la variación de precios en el mercado minorista y la escena internacional, explicado en parte por los tiempos de procesos de compra y logística para que las materias primas o productos finales lleguen al país. Esta latencia es un factor que juega un rol en la percepción de las fluctuaciones de precios en las comunidades agrícolas locales.
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