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Preocupación Por Abatecimiento Agua en Bogotá

por: Julian Glevez

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Bogotá se enfrenta a una crisis hídrica cuya evolución ha estado en constante incertidumbre desde principios de este año. La capital colombiana depende en gran medida de factores impredecibles como la cantidad de precipitaciones, la cual ha sido escasa, intensificando así el desafío hídrico. Sin embargo, hay un elemento clave que puede ser controlado: el consumo de agua por parte de la población, el cual ha tenido variaciones notables en las últimas semanas.

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Natasha Avendaño, gerente de la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá (EAAB), informó que las autoridades están preocupadas porque los últimos ciclos de racionamiento no han mostrado los resultados esperados en cuanto a la reducción del consumo de agua. De hecho, se ha alcanzado un nivel de consumo cercano a los registros anteriores al comienzo del racionamiento, superando los 17 metros cúbicos por segundo.

Racionamiento de agua
Racionamiento de agua

Lo alarmante de esta situación es que podría obligar a implementar medidas de racionamiento más estrictas. Otro factor agravante es el nivel de los embalses, que ha estado por debajo de las expectativas. Según los análisis de la EAAB, los embalses han mostrado una preocupante tendencia de disminución en su llenado.

"La situación de los embalses no ha sido óptima ni ha estado dentro de las expectativas de lluvias que históricamente se han presentado. Los meses de junio, julio y agosto no hemos tenido sino el 60 por ciento de las precipitaciones y esos eran los meses que, en teoría, eran más fuertes en lluvias", señaló Avendaño.

La meta de alcanzar el 70 por ciento de llenado de embalses para octubre parece poco probable. En un comunicado reciente, Avendaño especificó que el sistema Chingaza ha mantenido un nivel de 52 por ciento durante más de 10 días. "En vez de subir hemos descendido por falta de precipitaciones y el aumento en el consumo tampoco nos ha ayudado", explicó.

El nivel de llenado de los embalses cayó por debajo del 50 por ciento durante el fin de semana pasado, lo que subraya la gravedad del asunto. Avendaño enfatizó la necesidad de que la población reduzca su consumo de agua para asegurar el suministro hasta el final del 2024 y evitar una crisis en el 2025. En respuesta, se ha decidido suspender el servicio de agua durante 24 horas en nueve sectores diferentes.

No obstante, la Administración Distrital ha afirmado que por ahora no se contempla modificar el esquema actual de racionamiento intercalado por días ni imponer medidas más restrictivas. En su lugar, apelan al comportamiento responsable de los ciudadanos para alcanzar la meta de consumo, que debería estar por debajo de los 16 metros cúbicos por segundo.

El último informe de la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca (CAR) revela que los niveles de los embalses siguen una tendencia descendente. El Neusa está al 76,65 por ciento, el Sisga al 71,18 por ciento y el Tominé al 51 por ciento. En el agregado norte, el nivel es del 56,78 por ciento, mientras que el sur se mantiene estable al 92,94 por ciento. El sistema Chingaza está en un nivel de 49,85 por ciento.

La variación climática de este año ha sido un factor determinante en la crisis del agua de Bogotá. Aunque se preveía la llegada del fenómeno de La Niña, los pronósticos del Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam) muestran una baja probabilidad de lluvias intensas suficientes para recuperar los embalses.

A pesar de que hay expectativas de lluvias en septiembre, la situación sigue siendo incierta, ya que no solo se necesita que las precipitaciones lleguen a Bogotá, sino también a la cuenca del embalse que alimenta al sistema Chingaza. La probabilidad de lluvias en el embalse de Chuza, crucial para Bogotá, no es alta. Este embalse está en la cuenca hidrográfica de la Orinoquia, donde la temporada de lluvias ya ha pasado y es improbable que se repita este año.

Durante dos días, Natasha Avendaño realizó un recorrido técnico por el embalse de Chuza, en Chingaza, observando de primera mano los efectos de la sequía en la principal estructura de almacenamiento de agua de la ciudad. Las imágenes y datos recolectados reflejan la severidad de la situación.

Finalmente, el informe de predicción climática del Ideam publicado el 20 de agosto indica que el fenómeno de La Niña se encuentra en una fase neutral que durará hasta octubre. A partir de ese mes, la probabilidad de que este fenómeno ocurra aumenta hasta un 66 por ciento y podría perdurar hasta el final del primer trimestre de 2025. Sin embargo, el informe aclara que, en caso de presentarse, La Niña sería de intensidad débil, lo que introduce más incertidumbre en las predicciones de precipitación y temperatura para el resto del 2024 e inicios del 2025, afectando no solo a Bogotá, sino a todo el país.

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