Un drama sin fin continúa desplegándose en la capital colombiana, Bogotá. Esta vez, el colectivo indígena Emberá retoma su antiguo lugar de residencia en el Parque Nacional, reviviendo una lucha que se ha prolongado durante dos años. En busca de mejores condiciones de vida, cientos de ellos erigieron toldos en el recinto el lunes 9 de octubre, desplazándose desde sus refugios, donde las condiciones parecen ser incluso peores que en el parque.
Durante la pasada noche, más de 300 hombres, mujeres y niños de la etnia Emberá han soportado las inclemencias del tiempo a la vista de la ciudad. El retorno a sus antiguos asentamientos ha removido la indiferencia del Distrito, obligándolo a replantear la situación que vive esta comunidad.
El Secretario de Gobierno, José David Riveros, hizo eco de su preocupación y lanzó un llamado de ayuda en [red social]. Demandó la urgente intervención del Ministerio del Interior y de la Unidad de Víctimas para buscar soluciones de fondo a esta crisis humanitaria. Subrayó su disposición para apoyar tales medidas y destacó la necesidad de acatar la tutela que exige la reubicación y retorno de los Emberá.
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La comunidad Emberá, indómita en sus demandas, exige una mejora sustancial en su calidad de vida y la creación de un refugio en la ciudad para aquellos que decidan quedarse. Además, solicitan garantías de seguridad para los que prefieran regresar a sus resguardos. No se moverán del parque hasta que se cumplan estas exigencias.
Riveros señaló que ha conversado con 40 indígenas que han optado por regresar a los refugios mientras que el resto se mantiene en el parque. “En dos años, Bogotá ha invertido miles de millones en alimentación, salud, alojamiento transitorio y educación para los Emberá, pero aún falta un lugar de reubicación y procesos de retorno efectivos”, lamentó.
La última vez que los Emberá se instalaron en el parque, su estadía se extendió por casi ocho meses.
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