La violencia y la inseguridad en Cundinamarca siguen en aumento. En Soacha, Juan David García, un joven de 20 años, fue víctima de un violento asalto cuando regresaba a su casa. Tres delincuentes armados descendieron de un taxi, lo amenazaron y, sin darle oportunidad de reaccionar, le dispararon en el rostro antes de despojarlo de su celular y una gorra.
El ataque ocurrió en cuestión de segundos. Cuando Juan David intentó entregar su teléfono móvil, lo sacó de la pretina de su pantalón, pero los delincuentes, en un acto de extrema violencia e irracionalidad, interpretaron el movimiento como una amenaza y le dispararon directamente en el tabique. Herido de gravedad y desorientado, el joven intentó caminar en busca de ayuda, pero cayó al suelo pocos metros después, perdiendo fuerzas rápidamente.
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Afortunadamente, la víctima fue auxiliada de inmediato por amigos que estaban cerca del lugar y lo trasladaron rápidamente a un centro médico. Los especialistas que lo atendieron confirmaron que su estado es crítico y que corre el grave riesgo de perder la vista.
Su madre, Yasmín Mendoza, entre lágrimas, implora que su hijo sea remitido urgentemente a un hospital especializado donde pueda recibir la atención que necesita. “Si mis amigos no lo hubieran traído rápido, el médico dijo que se habría ahogado con su propia sangre”, relató con angustia.
El creciente temor en Soacha
Este caso ha despertado indignación y temor en la comunidad, que siente que la inseguridad se ha salido de control. Los habitantes de Soacha han denunciado repetidamente la presencia de bandas criminales que operan con total impunidad, sembrando el miedo entre los ciudadanos. El caso de Juan David no es aislado; representa una problemática cada vez más frecuente en la región.
Mientras la familia de Juan David lucha por su recuperación, la comunidad exige respuestas y acciones concretas de las autoridades para frenar la ola de violencia que azota la zona. Se pide mayor presencia policial, refuerzo en la seguridad y estrategias efectivas para combatir estos hechos delictivos.
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El caso de Juan David García es un recordatorio doloroso de la vulnerabilidad a la que están expuestos los ciudadanos en su vida cotidiana. Mientras su familia espera con esperanza su recuperación, la pregunta sigue en el aire: ¿cuántas víctimas más deberán sufrir antes de que se tomen medidas reales para garantizar la seguridad de todos?