A primeras horas del viernes 7 de marzo de 2025, a las 5:16 de la mañana, se registró un temblor en de magnitud 3,3 se localizó de acuerdo con el Servicio Geológico Colombiano (SGC) en el municipio de Cucunubá, Cundinamarca, con un epicentro ubicado a 151 kilómetros de profundidad. El registro puntual de este evento reafirma la importancia de los protocolos de monitoreo en un país marcado por su activa sismicidad.
El SGC informó que, además del sismo principal de magnitud 3,3, durante la madrugada se detectaron otros cinco movimientos telúricos con magnitudes inferiores a 3,0. Estos eventos menores se han presentado a lo largo del día, reflejando la actividad constante y, en ocasiones, impredecible de las placas tectónicas en territorio colombiano. Lugares como Lenguazaque y Villapinzón, ubicados a 8 y 13 kilómetros respectivamente del epicentro, también sintieron el temblor, lo que enfatiza la necesidad de conocer la dinámica de estos fenómenos en áreas cercanas a centros poblados.
Para explicar la relevancia de estos eventos, el Servicio Geológico Colombiano señala que la evaluación del riesgo de un sismo se fundamenta en varios parámetros clave. Esta metodología de análisis permite a las autoridades anticipar y gestionar posibles impactos, consolidando un sistema integral de prevención y respuesta. El enfoque técnico del SGC abarca aspectos que determinan la potencial peligrosidad de cada sismo, asegurando que la información sea clara y precisa para la ciudadanía.
En la evaluación de riesgos se consideran diferentes factores del temblor, entre los cuales destacan los siguientes:
• Magnitud del sismo: Representa la energía liberada durante el hecho sísmico. Una magnitud alta, generalmente a partir de 6.0, es indicativa de un potencial destructivo mayor especialmente en áreas cercanas a centros urbanos.
• Profundidad del epicentro: Los sismos superficiales (menos de 70 kilómetros de profundidad) tienen mayor capacidad de generar daños, ya que la energía liberada llega de forma más directa a la superficie.
• Proximidad a áreas pobladas: La cercanía del epicentro a barrios o comunidades densamente pobladas incrementa el riesgo.
• Vulnerabilidad de las estructuras y la preparación de la población: Edificios no diseñados para enfrentar temblores y poblaciones sin capacitación en medidas de prevención elevan la posibilidad de daños.
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El análisis de estos factores se traduce en medidas de prevención y en recomendaciones específicas para minimizar riesgos. El SGC junto a diversas entidades gubernamentales impulsan programas de educación y campañas de concientización dirigidas a:
• Promover normas de construcción sismorresistente.
• Fomentar simulacros de emergencia y capacitación continua.
• Mejorar la infraestructura y reforzar estructuras críticas en zonas de riesgo.
• Difundir información actualizada sobre la actividad sísmica para tomar decisiones oportunas.
Colombia, reconocida por su alta actividad sísmica, presenta en diversas regiones un comportamiento notablemente activo en términos geológicos. En este contexto, se destacan zonas como el departamento de Santander, particularmente el municipio de Los Santos, donde la frecuencia de temblores es considerable debido a la interacción de placas tectónicas. Otros departamentos que también registran actividad importante son Antioquia, con el municipio de Dabeiba, y el Meta, en áreas como Uribe y Mesetas, donde se registran variados movimientos telúricos cada año.
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Adicionalmente, la región andina del país abarca territorios en departamentos como Caldas, Risaralda y Quindío, donde ciudades tales como Manizales y Armenia han experimentado perceptibles eventos sísmicos. La continuidad en la vigilancia de estos fenómenos es fundamental, en tanto que las zonas fronterizas con Ecuador, abarcando áreas y ciudades como Pasto y Popayán, evidencian la relevancia de una coordinación binacional para abordar problemas comunes en términos de prevención y respuesta ante desastres naturales.
La situación actual en Cundinamarca y en otros puntos del país pone de relieve la importancia de contar con sistemas de alerta temprana y protocolos coordinados entre entidades nacionales e internacionales. De esta forma, el monitoreo constante por parte del SGC y la implementación de criterios técnicos basados en magnitud, profundidad, proximidad a áreas pobladas y la vulnerabilidad de la infraestructura, ofrecen una vista amplia y sistemática de la actividad sísmica en Colombia. Este enfoque técnico se orienta hacia la recopilación de datos y la identificación temprana de riesgos sin emitir juicios de valor, priorizando siempre la objetividad y la precisión en la difusión de la información.
